En 2018, la erupción del volcán Anak Krakatau provocó un tsunami devastador en Indonesia. Un nuevo estudio revela que había señales de advertencia detectables años antes de la catástrofe.
Un equipo de investigadores analizó datos satelitales para comprender los movimientos del volcán antes de su colapso. Utilizaron una técnica llamada InSAR para mapear las deformaciones de la superficie. Este método permitió detectar un deslizamiento de 15 metros en una falla, con períodos de aceleración antes de la erupción.
El estudio, publicado en Geophysical Research Letters, muestra que la aceleración del deslizamiento fue un signo precursor del colapso. Los investigadores utilizaron datos de tres satélites, analizados con una gran capacidad de cálculo. Este enfoque podría usarse para monitorear otros volcanes oceánicos.
El volcán Anak Krakatau con actividad visible - 17 de abril de 2020. Imagen Wikimedia
Los volcanes oceánicos pueden colapsar de manera catastrófica, generando tsunamis. La vigilancia de estos fenómenos es crucial para prevenir desastres. Las técnicas de teledetección, como el InSAR, ofrecen una solución prometedora para áreas de difícil acceso.
El colapso de Anak Krakatau fue precedido por un deslizamiento lento pero acelerado. Los investigadores destacan la importancia de monitorear estos movimientos para anticipar colapsos. Los instrumentos en tierra, como los GPS, a menudo están ausentes en estas zonas peligrosas.
La técnica InSAR permite detectar cambios de unos pocos centímetros en la superficie de la Tierra. Sin embargo, requiere una gran capacidad de cálculo y recursos importantes. A pesar de esto, podría convertirse en una herramienta esencial para la vigilancia de volcanes.
Los investigadores esperan que este método pueda usarse en tiempo casi real para monitorear volcanes activos. Esto podría permitir detectar signos de colapso inminente y salvar vidas. La vigilancia continua de los volcanes es un desafío importante para la seguridad de las poblaciones.
El volcán Anak Krakatau - octubre de 2013. Crédito: Wikimedia Commons
El estudio de Anak Krakatau muestra que los signos de advertencia de un colapso pueden detectarse años antes. Las técnicas de teledetección ofrecen una nueva perspectiva para la prevención de desastres naturales. La investigación continúa para mejorar estos métodos y hacerlos más accesibles.
¿Por qué son peligrosos los volcanes oceánicos?
Los volcanes oceánicos, como Anak Krakatau, presentan riesgos particulares debido a su inestabilidad. Su colapso puede generar tsunamis devastadores, como el de 2018 en Indonesia.
Estos volcanes se forman a menudo sobre fallas o puntos calientes submarinos. Con cada erupción, acumulan material volcánico, aumentando su tamaño y peso. Este crecimiento puede desestabilizar la estructura del volcán.
Cuando un volcán oceánico colapsa, provoca un desplazamiento masivo de agua, generando un tsunami. Estas olas pueden alcanzar costas lejanas, causando destrucción y pérdidas humanas significativas.
La vigilancia de estos volcanes es, por tanto, crucial para prevenir desastres. Las técnicas de teledetección, como el InSAR, ofrecen una solución para monitorear estas zonas de difícil acceso y potencialmente peligrosas.
¿Qué es la técnica InSAR?
El InSAR, o Interferometría de Radar de Apertura Sintética, es un método de teledetección que utiliza imágenes de radar para medir las deformaciones de la superficie terrestre. Permite detectar cambios de unos pocos centímetros, incluso en áreas extensas.
Esta técnica se basa en la comparación de varias imágenes de radar tomadas en diferentes momentos. Las diferencias entre estas imágenes revelan los movimientos del suelo. El InSAR es especialmente útil para monitorear volcanes, fallas sísmicas y deslizamientos de tierra.
El InSAR requiere una gran cantidad de datos y una capacidad de cálculo significativa. Los investigadores suelen utilizar supercomputadoras para procesar esta información. A pesar de estas limitaciones, el InSAR es una herramienta valiosa para la vigilancia geológica.
Las aplicaciones del InSAR son numerosas, desde la predicción de erupciones volcánicas hasta la vigilancia de infraestructuras. Esta técnica sigue evolucionando, ofreciendo perspectivas prometedoras para la gestión de riesgos naturales.