Los hongos mágicos encierran secretos más allá de sus efectos alucinógenos inmediatos. Un estudio reciente revela que la psilocibina, la sustancia activa de estos hongos, modifica profundamente la actividad cerebral al desestabilizar las redes neuronales responsables del sentido del yo. Pero estas modificaciones van mucho más allá de las alucinaciones pasajeras.
Esta carta térmica de la actividad cerebral en reposo muestra tonos fríos (azul y verde) al principio, pero se torna amarilla, naranja y roja después del consumo de psilocibina, indicando cambios profundos.
Crédito: Sara Moser/Washington University
La psilocibina transforma nuestra percepción del tiempo y el espacio y modifica nuestros sentimientos de conexión con el mundo. Aunque la mayoría de estos efectos subjetivos se desvanecen rápidamente, los cambios cerebrales pueden persistir durante semanas después de una dosis alta de psilocibina, según esta nueva investigación.
Dirigido por el Dr. Joshua Siegel de la Washington University School of Medicine, el estudio muestra por primera vez que estos cambios persistentes pueden explicar por qué la psilocibina es prometedora en el tratamiento de la depresión y otros trastornos mentales. El estudio utiliza una cartografía funcional de precisión, recopilando vastos datos sobre la actividad cerebral de algunos participantes.
Los investigadores escanearon el cerebro de los participantes antes, durante y después de la administración de dosis altas de psilocibina o Ritalina, un estimulante utilizado como control. Estos escaneos frecuentes permitieron detallar las variaciones diarias de la actividad cerebral y revelar los efectos duraderos de la psilocibina.
Los resultados son significativos: la psilocibina provoca una desincronización mayor en la red cerebral llamada "red de modo por defecto", activa durante reflexiones personales y divagaciones mentales. Esta desincronización persiste, incluso tres semanas después del consumo de la sustancia, modificando las conexiones con el hipocampo anterior, vinculado a la memoria y las emociones.
Estos descubrimientos corroboran estudios anteriores que muestran que la psilocibina hace el cerebro más flexible, lo que podría explicar su potencial terapéutico. Al inducir un estado cerebral más adaptable, la psilocibina permitiría cambios cognitivos duraderos, esenciales para tratar la depresión. Según Siegel, esta desincronización podría actuar como un "reinicio", facilitando una reconexión cerebral más saludable.
Es crucial, sin embargo, que el uso de la psilocibina para tratamientos mentales se realice en un entorno controlado. Los ensayos clínicos toman precauciones para minimizar los riesgos, especialmente en individuos susceptibles a la psicosis. Una experiencia intensa y controlada maximiza las posibilidades de una respuesta terapéutica duradera.