En la frialdad del amanecer sueco, un espectáculo efímero ha maravillado a los observadores: Venus, nuestro vecino planetario, ha emitido un destello verdoso. Este fenómeno, raramente observado, recuerda a los destellos verdes que a veces produce el Sol al amanecer o al atardecer.
Un intenso destello verde, así como resplandores más discretos de otros colores, observados desde Venus en el cielo nocturno sobre Estocolmo el 8 de enero.
Crédito: Peter Rosén
El 8 de enero, mientras Venus se elevaba en el horizonte de Estocolmo, el fotógrafo Peter Rosén capturó este instante fugaz. El destello verde, que duró aproximadamente un segundo, resultó ser un "extra inesperado" durante esta observación matutina. Pero, ¿qué causó esta manifestación colorida en el cielo nocturno?
La luz visible, compuesta por diferentes longitudes de onda de color, nos aparece generalmente blanca. Cuando la luz solar atraviesa la atmósfera terrestre, estas longitudes de onda son parcialmente refractadas por las moléculas de gas. Este fenómeno es la causa del color azul del cielo diurno, debido a la dispersión predominante de las longitudes de onda azules.
En condiciones particulares, especialmente durante cielos despejados y cuando el Sol o un planeta cercano está cerca del horizonte, la luz debe atravesar una mayor parte de la atmósfera. Esto resulta en una separación más marcada de las diferentes longitudes de onda. Las ondas cortas, como el azul y el violeta, son más dispersadas, mientras que las ondas más largas, tales como el rojo, el naranja y el amarillo, son más fácilmente absorbidas. Esto a veces resulta en que solo las ondas de longitud media, como el verde, lleguen al observador. Sin embargo, el ángulo debe ser perfecto para que este fenómeno sea visible, de ahí la brevedad y la rareza de estos "destellos verdes".
En el caso de Venus observado en Estocolmo, el verde fue el color más evidente, pero otras tonalidades como el amarillo, el naranja, el rojo y el azul también eran perceptibles. Estos destellos de color no se limitan al Sol: fenómenos similares han sido observados alrededor de Mercurio, la Luna y, en ciertas circunstancias, a través de cristales de hielo en la atmósfera, produciendo nubes arcoíris y halos luminosos alrededor del Sol o de la Luna.
A diferencia de los destellos verdes solares, más frecuentes sobre el océano, las manifestaciones luminosas planetarias ocurren más a través del aire extremadamente frío, amplificando su efecto. Así, estos fenómenos luminosos planetarios no están estrictamente limitados al horizonte.