Una hormiga de 16 millones de años, atrapada en ámbar dominicano, arroja luz sobre la evolución de una especie discreta.
Este hallazgo inédito, publicado en los Proceedings of the Royal Society B, revoluciona el conocimiento sobre las hormigas del género Basiceros. Conocidas por su habilidad para mimetizarse con el suelo, estos insectos estaban hasta ahora restringidos a los bosques tropicales de América del Sur. El fósil demuestra que también habitaban el Caribe hace millones de años.
Ilustración del proceso de renderizado volumétrico y medición realizado mediante renders volumétricos de Basiceros enana. Crédito de imagen: Fiorentino et al., doi: 10.1098/rspb.2024.2171.
Una especie extinta con adaptaciones sorprendentes
Bautizada como Basiceros enana, esta hormiga fósil mide 5,13 mm, casi la mitad que sus descendientes actuales. Los análisis microtomográficos revelan pelos especializados idénticos a los de las especies modernas, utilizados para adherir partículas de tierra y camuflarse.
Esta similitud sugiere que la estrategia de camuflaje de las Basiceros ya estaba optimizada hace 16 millones de años. Los investigadores también destacan la presencia de mandíbulas dentadas, típicas de depredadores, y una morfología craneal distintiva.
La extinción de esta especie en el Caribe plantea interrogantes. Los cambios ecológicos del Mioceno, como la modificación de nichos o la competencia entre especies, podrían explicar su desaparición local.
Una historia evolutiva por reescribir
La presencia de Basiceros enana en el ámbar dominicano indica una distribución geográfica pasada mucho más amplia de lo estimado. Los científicos mencionan antiguos puentes terrestres que conectaban el continente con las islas, facilitando la dispersión de estas hormigas.
El estudio combina imágenes en 3D y datación molecular para rastrear su evolución. Contrario a hipótesis anteriores, las Basiceros habrían aumentado rápidamente de tamaño, pasando de 5 a 9 mm en 20 millones de años.
Estos trabajos subrayan la importancia de los fósiles para comprender la biodiversidad pasada. Cerca del 40% de los géneros de hormigas del Caribe han desaparecido desde el Mioceno, un declive que ilumina los desafíos actuales de conservación.