El pasado verde del desierto más grande del mundo 🐪

Publicado por Adrien,
Fuente: Universidad de Ginebra
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Un equipo internacional que incluye a la UNIGE revela que el desierto de la península arábiga albergó en el pasado un vasto lago y ríos, que moldearon su geografía.


El Rub al-Jali, el inmenso desierto de la península arábiga, no siempre fue una extensión árida. Un reciente estudio realizado por la Universidad de Ginebra (UNIGE), la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá (KAUST) en Arabia Saudita, la Universidad Griffith en Australia, el Instituto Tecnológico de California, la Universidad de Texas y la Universidad del Valle del Fraser en Canadá, revela que en el pasado albergó un vasto lago y ríos.

Estas condiciones favorables permitieron el desarrollo de praderas y sabanas, facilitando la migración humana hasta el regreso de la sequía, que obligó a las poblaciones a desplazarse. Estos trabajos, publicados en Communications Earth & Environment, arrojan luz sobre el impacto de los ciclos climáticos en los paisajes y las sociedades humanas.

El Rub al-Jali, o "el Cuarto Vacío" en árabe, es uno de los desiertos más extensos del mundo. Ocupando cerca de 650,000 kilómetros cuadrados, principalmente en el territorio de Arabia Saudita, domina la península arábiga con dunas que pueden alcanzar hasta 250 metros de altura. Esta extensión ininterrumpida de arena, extremadamente árida, no siempre fue tan inhóspita. Es lo que revela el reciente estudio de un equipo internacional liderado por la UNIGE.

Estos cuerpos de agua aparecieron durante la "Arabia verde", un período de fuertes precipitaciones que se extendió desde hace 11,000 hasta hace 5,500 años.


Las marcas marrones representan los lechos de antiguos ríos.
© Antoine Delaunay/Guillaume Baby/Abdallah Zaki

"Nuestro trabajo evidencia la presencia de un antiguo lago, que alcanzó su apogeo hace aproximadamente 8,000 años, de ríos y de un gran valle formado por el agua", explica Abdallah Zaki, primer autor del estudio, ex investigador de la Sección de Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias de la UNIGE y del Instituto Tecnológico de California, actualmente investigador postdoctoral en la Jackson School of Geosciences de la Universidad de Texas.

Un lago de 42 metros de profundidad


Estos cuerpos de agua surgieron durante la "Arabia verde", un período de fuertes lluvias que se extendió desde hace 11,000 hasta hace 5,500 años, al final de la era cuaternaria. "Se estima que el lago era masivo, con una superficie de 1,100 km² —casi el doble del tamaño del lago Lemán— y 42 metros de profundidad.

Debido al aumento de las precipitaciones, finalmente colapsó, provocando una gran inundación y excavando un valle de 150 km de largo en el suelo del desierto", detalla Sébastien Castelltort, profesor en procesos de superficie de la Sección de Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias de la UNIGE, quien dirigió este trabajo junto con Abdallah Zaki por parte de la UNIGE.

Basándose en sedimentos y relieves trazados a lo largo de 1,000 km, los científicos estiman que las fuertes lluvias que alimentaron estos antiguos cuerpos de agua provienen de la expansión hacia el norte de los monzones africanos e indios.

Estas fases húmedas, vinculadas a los ciclos orbitales, variaron en duración según las regiones: varios milenios en el sur frente a unos pocos siglos en el norte. Favorecieron la formación de praderas y sabanas, facilitando así la expansión humana en la península arábiga.

Impacto humano


"La formación de paisajes lacustres y fluviales, así como de praderas y sabanas, habría llevado a la expansión de grupos de cazadores-recolectores y poblaciones pastorales en lo que hoy es un desierto seco y estéril. La presencia de abundantes evidencias arqueológicas en el Rub al-Jali y a lo largo de sus antiguas redes de lagos y ríos lo confirma", señala Michael Petraglia, profesor del Centro Australiano de Investigación para la Evolución Humana de la Universidad Griffith.

Hace 6,000 años, esta región experimentó una fuerte disminución de las precipitaciones, lo que habría creado condiciones secas y áridas, obligando a estas poblaciones nómadas a trasladarse a entornos más hospitalarios.

Estos resultados destacan el papel crucial que un monzón africano jugó en la rápida transformación del paisaje en el desierto de la península arábiga, así como en los movimientos poblacionales. Esta narrativa de perturbaciones climáticas y migraciones humanas, inscrita en las rocas y los paisajes, es fundamental para comprender y predecir las posibles consecuencias del actual cambio climático.
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