El megalodón: un monstruo marino muy diferente de lo que se suponía 🦈

Publicado por Cédric,
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Palaeontologia Electronica
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El megalodón, este gigante de los mares desaparecido, quizás no era el coloso robusto que se creía. Un nuevo estudio sugiere que este legendario depredador tenía un cuerpo más largo y esbelto, pareciéndose más a un tiburón limón que a un gran tiburón blanco.


Imagen Wikimedia

Esta revisión de la morfología del megalodón se basa en un análisis exhaustivo de fósiles y comparaciones con más de 170 especies de tiburones, tanto modernas como extintas. Los investigadores utilizaron vértebras fosilizadas para estimar el tamaño y la forma de este monstruo marino, cuestionando las hipótesis anteriores basadas en analogías simplistas con el gran tiburón blanco.

Un nuevo método para estimar el tamaño del megalodón


Los científicos examinaron una columna vertebral parcial de megalodón descubierta en Bélgica, que medía aproximadamente 11 metros. Al comparar estos restos con las proporciones corporales de numerosas especies de tiburones, estimaron que este espécimen medía unos 16 metros de largo, con una cabeza de 1,8 metros y una cola de 3,6 metros.

Extrapolando a partir de vértebras aún más grandes encontradas en Dinamarca, los investigadores calcularon que algunos megalodones podían alcanzar hasta 24 metros de largo. Esta estimación lo convierte en uno de los mayores depredadores marinos que jamás haya existido, rivalizando con la ballena azul en términos de tamaño.

Este método, basado en comparaciones con más de 170 especies de tiburones, modernas y extintas, ofrece un enfoque más preciso que las hipótesis anteriores. Permite comprender mejor las proporciones reales del megalodón, sin limitarse a analogías simplistas con el gran tiburón blanco.

Un cuerpo adaptado para nadar en aguas profundas


A diferencia del gran tiburón blanco, cuyo cuerpo robusto está diseñado para ráfagas de velocidad, el megalodón habría tenido una morfología más hidrodinámica. Esta forma esbelta, similar a la de los tiburones limón o los tiburones ballena, le habría permitido moverse más eficientemente a largas distancias en los océanos.


a) Siluetas del tiburón limón (Negaprion brevirostris), el gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias) y el tiburón mako (Lamna nasus) en vistas lateral (gris) y dorsoventral (negro).
b) Morfologías hipotéticas de los tiburones en (a) después de aplicar un ratio de esbeltez de 6,15.
c) Reconstrucción conceptual y altamente hipotética de Otodus megalodon con un ratio de esbeltez de aproximadamente 6,08, superpuesta a una silueta de su columna vertebral reconstruida. Siluetas de nadadores humanos ilustrando su tamaño relativo.

Esta adaptación es esencial para un depredador de este tamaño, ya que un cuerpo masivo habría hecho que la natación fuera demasiado costosa en términos de energía. Los investigadores estiman que el megalodón se movía a una velocidad moderada, reservando sus aceleraciones para cazar a sus presas. Esta estrategia de natación le habría permitido recorrer largas distancias sin agotar demasiado sus recursos energéticos.

Esta morfología esbelta también sugiere que el megalodón era un depredador resistente, capaz de rastrear a sus presas en vastas extensiones oceánicas. Esta característica, combinada con su tamaño imponente, lo convertía en un cazador temible, perfectamente adaptado a su papel de superdepredador de los mares prehistóricos.

Las implicaciones de este descubrimiento


Esta nueva visión del megalodón no solo ilumina su apariencia, sino también su estilo de vida. Un cuerpo más largo y delgado sugiere que recorría grandes distancias para cazar, en lugar de depender de ataques rápidos y brutales. Esta estrategia de depredación habría sido esencial para un animal de esta envergadura.

Además, los investigadores estimaron que los recién nacidos medían ya 4 metros al nacer, lo que los convierte en los bebés más grandes de la historia de los peces. Este tamaño impresionante les habría permitido escapar rápidamente de la depredación y convertirse en cazadores temibles desde una edad temprana. Esto revela una adaptación evolutiva notable para asegurar la supervivencia de los jóvenes megalodones.

Este estudio también plantea preguntas sobre las razones de la extinción del megalodón. La competencia con otros depredadores, como el gran tiburón blanco, podría haber jugado un papel clave. Estos nuevos datos permiten comprender mejor las dinámicas ecológicas que dieron forma a los océanos prehistóricos y su biodiversidad.

Para ir más allá: ¿Cómo estiman los científicos el tamaño de los animales extintos?


Los paleontólogos suelen utilizar fósiles parciales, como vértebras o dientes, para estimar el tamaño de los animales extintos. Al comparar estos restos con especies modernas, pueden extrapolar las dimensiones faltantes. Este método, aunque imperfecto, ofrece estimaciones razonables en ausencia de esqueletos completos.

Para el megalodón, los investigadores analizaron vértebras fosilizadas y las compararon con las de tiburones actuales. Al estudiar las proporciones entre la cabeza, el tronco y la cola, pudieron reconstruir la morfología general de este depredador gigante. Este enfoque se basa en datos estadísticos y modelos matemáticos.

Sin embargo, estas estimaciones siguen estando sujetas a márgenes de error, ya que las proporciones corporales pueden variar entre especies. El descubrimiento de nuevos fósiles, especialmente esqueletos más completos, permitiría afinar estos cálculos y comprender mejor la anatomía real del megalodón.
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