El alcohol, ese líquido de doble filo, puede provocar mucho más que una simple euforia. Un equipo de investigadores de la Universidad de Ohio ha puesto recientemente de relieve un fenómeno inquietante: su efecto sobre nuestra tolerancia al dolor influye directamente en nuestro comportamiento, hasta el punto de duplicar la agresividad.
Según este estudio, publicado en el
Journal of Studies on Alcohol and Drugs, el alcohol no solo adormece las sensaciones dolorosas; también modifica la percepción del sufrimiento infligido a los demás. Este descubrimiento se basa en dos experimentos con la participación de 870 voluntarios habituales consumidores de bebidas alcohólicas, quienes fueron reclutados y remunerados para participar en pruebas innovadoras.
En un primer momento, cada participante consumió una bebida, ya sea alcohólica o placebo, sin conocer la naturaleza exacta de esta. Para las bebidas placebo, se utilizó un ingenioso recurso —unas gotas de alcohol vaporizadas sobre el vaso— para imitar el sabor del etanol. Luego, se administraron descargas eléctricas de intensidad creciente para evaluar su umbral de dolor. Los resultados fueron contundentes: quienes habían consumido alcohol mostraban una mayor tolerancia al dolor.
Posteriormente, se invitó a los participantes a jugar un juego en el que el ganador tenía la posibilidad de administrar una descarga al perdedor, eligiendo la intensidad de la misma. Se constató que, cuanto más alto era el umbral de tolerancia al dolor de los participantes, más propensos eran a infligir a su vez descargas dolorosas a un "oponente". Sin embargo, en realidad no existía ningún adversario: todo estaba orquestado por los investigadores para evaluar su nivel de agresividad.
Brad Bushman, coautor del estudio, subraya que el alcohol no solo adormece el dolor, también embota la empatía. Menos sensibles a su propio sufrimiento, los participantes parecían más propensos a ignorar el dolor ajeno, un mecanismo que podría explicar ciertos comportamientos violentos bajo los efectos del alcohol.
Los niveles de alcoholemia de los voluntarios eran ligeramente superiores al límite legal para conducir en Estados Unidos, es decir, aproximadamente un 0,1% de alcohol en sangre. Pero los investigadores estiman que consumos más elevados podrían amplificar aún más estos efectos. Una perspectiva preocupante, especialmente considerando que el alcohol a menudo está asociado a actos de violencia o accidentes graves.
En segundo plano, este estudio pone de manifiesto el papel de las alteraciones neuronales provocadas por el alcohol. Además de la desinhibición y la sensación de invulnerabilidad frecuentemente mencionadas, esta investigación señala otra causa importante de la agresividad: un umbral de dolor físico modificado, sinónimo de una empatía debilitada.
Estos trabajos abren el camino a una mejor comprensión de los mecanismos biológicos de la violencia relacionada con el alcohol. Un avance crucial, dado que este sigue siendo uno de los principales factores de comportamientos de riesgo en nuestras sociedades.